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domingo, febrero 26, 2006

FRIDA, fuerte como su alma


Si alguna obra tiene el don misterioso de emanar un poder es la de Frida Kahlo. Cada elemento diseminado en el lienzo parece que va a andar, a moverse; ella misma parece estar viva. Y viva, salta de la pintura a imponer e impregnar de ese poder cada sitio donde se encuentra.

Frida vibra más allá de la tela. Su fuerza nace de lo hondo y bendice lo que toca. Así tocó su pintura, a la que llega por mera catástrofe, pues Frida empieza a pintar a los 16 años, durante la recuperación de un accidente de camión donde resultó gravemente herida. Y toda la energía que con sus piernas no puede desplegar ahora la vuelca en la pintura. Profundiza en las raíces populares y ocurre una fusión de identidad que deviene signo estético. Su excedida imaginación y el encuentro con Breton la conduce a la pasión surrealista, creando verdaderos enigmas en el desarrollo de los temas. De hecho, es el poeta surrealista, quien se encarga de organizar sus exposiciones en Nueva York.

Frida Kahlo es el espejo de fuerza donde la mujer se mira y se levanta para rehacer su verdadera cualidad de ser libre. Ella transcurrió en una cruel y continua desgarradura en la que se inmolaba casi a diario. Cada pasta, cada color los arrancaba de su ser y los fijaba en la tela, de tal modo que parece como que la tela respira. Y es Frida. Ella está ahí, observándonos con un ligero reproche en la mirada. Sabemos por qué. A la vez nos cuida o nos hace una mala pasada. Esa es su manera de darse. Al final nos coloca en la cima, ya sea del amor, de las ideas, del arte, del todo y de la nada. Y se va y se regresa como un viento corpóreo, y se impregna en nuestra vida hasta emerger provocativa como diciendo: estoy despierta, estoy viva. Y yo te digo: vive Frida. Alguien como tú no merece morir.

jueves, febrero 16, 2006

HAY PERSONAS QUE DETESTAN LA MENTIRA

Por Raysa White

Si supiérais en lo que me he ocupado casi todo este final del año. Pensando en esos actos que conmueven al mundo. Resulta que Elton John se casó con un joven de su mismo sexo, el cineasta David Furbish. Quizá lleguen a amarse hasta que sean viejitos, quizás no. No viene al caso. Lo que vale la pena es el acto. El paso organizado de armonizar sus vidas. Si cada una persona que se amara lo hiciera de este modo la sociedad comenzaría a moverse hacia un nuevo mandala. Pero somos diversos en nuestra forma de pensar, y complicados.

Encima de esa causa natural acarreamos las otras. Las que nos tocan por nuestra convivencia. Esas causas vecinas. Por ejemplo, el Señor Intereses, el Señor Competencia y la Señora Intriga se entregan a la cháchara apretados en un mismo desván. El Señor Mente Estrecha y la Señora Esquema no necesariamente tienen que formar parte del trío antes mencionado, pero con su actitud lo ensanchan. A ninguno conviene cambiar un viejo orden que por senilidad, ineptitud, inutilidad -llámele como quiera- ya es un desorden. Y no dejan que se vaya acomodando cada pieza en el rompecabezas social.

Se ha casado Elton John. Se sabe y se hace público porque es de los famosos. Pero no es ese el asunto que me trae dando vueltas la cabeza desde hace tantos días. Al fin, no ha sido el único. Ya se cuentan por miles los gays matrimoniados.

Tampoco es el clamor de las iglesias: ¡No hagáis eso! ¡Estáis tocando fondo! ¡Es un pecado! Un clamor que obedece probablemente a dogmas y recomendaciones sagradas cuyo desacato interrumpe los planes de elevado misterio. ¡Qué lo dudo! Mas supongamos que sí de veras los seres humanos no somos más que un instrumento de mentes superiores para cumplir la Gran Misión, -como afirmaban los antiguos profetas o la afamada teósofa Madame Blavatsky-, el aporte de seres para dar el Gran Paso no debe llegar a ser un conflicto si dentro de un mundo organizado y desprovisto de egoísmo cada familia –reprodúzcase o no- contribuyera a la sobrevivencia general. Pero eso es lo difícil, diría que lo imposible: ¿llegar a la comunión benevolente de repartir los bienes? o ¿por qué -si no- fue Jesús Crucificado?

Organizar la sociedad. Cuántas neuronas se han empleado en esta hazaña. Llevarla a la Verdad es más difícil que lograr el Gran Paso y Dios lo sabe. Quién sabe si por ello se haga el despistado con el modo nauseabundo en que la gente resuelve su existencia. Ocultándonos, fingiéndonos, tapándonos la letra. Dejándola pasar. Que el mundo siga alante, y uno tapón en boca. Qué más da.

Pero hay personas que detestan la mentira; personas tercas, intransigentes, necias que no ceden. Por culpa de esta gente lo más probable es que se acabe el mundo. Este mundo cada vez más enrollado donde tantos infelices echados por el vientre, aptos para el Gran Paso, se esconden hasta dentro de letrinas para salvar la vida. Esos benditos seres fabricados con el buen regetón o a la saga violenta de los seres normales que cumplen con los códigos del mundo natural.

Pero si les comento que no era nada de eso lo que me hacía pensar en estos días. Nada que ver con las iglesias, los nuevos matrimonios, el Gran Paso, ni mucho menos con aquellas meditaciones geniales de la memorable teósofa ni de lo que debe ser, ni de lo que no sea. Nada de eso. He pensado en Bill Clinton. Que hombre tan generoso. Un tenaz fuera de serie. Grabándole el saludo a los John - Furbish, preciosa ¡Enhorabuena! a pura imagen y viva voz para que no le asome a nadie ni una duda. Qué decir de este gesto de Bill Clinton, el hombre que pagó la felación más cara del mundo. Te digo: ¡qué injusticia! Más bien se merecía el libar de la flor de la saliva de aquella Magdalena, corazón cinco estrellas, la misma que Joaquín Sabina se encontró detrás de una estación de gasolina, y si no, ve y pregúntale a Pablo Milanés.