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sábado, diciembre 24, 2005

Caminan desnudos en mi espejo....

Por Lisette Ruiz

Cuando yo tenía 14 - y también por muchos años desde entonces - cuando miraba a las personas era su forma de llevar la ropa, la manera en que se veía desde afuera, la estatura que le daban los demás, lo que me daba el reflejo de su imagen. Si era hombre, y el pelo era más largo que corto, y siempre estaba despeinado, y vestía una ropa aparentemente descuidada, y cantaba sobre un escenario canciones que impactaban, y los otros lo aplaudían, entonces para mí era una halo de luz, un ser con poderes magnéticos, y era capaz de mostrarme con la punta de su dedo, si quería, el camino por el que yo debía transitar. Y si la persona que yo miraba era un militar envuelto en su uniforme, lo sentía un hombre ajeno, con el poder en sus armas y la inflexibilidad metida entre las botas, una especie de muralla movediza que no se podía penetrar. Si era un político, pensaba que era cierto su aire de importancia y que su tiempo entero estaba dedicado a cosas serias y absorbentes.

Ahora, ya cumplí 60 años, y todos caminan desnudos en mi espejo.
Los veo sin que nada los disfrace, los veo en su esencial figura humana, sin títulos, sin luces, sin palabras. Y a veces siento tanta lástima! Ellos creen que de verdad son sus imágenes vestidas, pero no. Al final, desprovistos de lo que nos arropa, somos sólo un animal más en nuestra tierra, que a su vez es una piedra que corre dando vueltas junto al sol, que no es más que un grano de insignificancia en el mar absoluto del misterio.

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